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    sábado, 19 de diciembre de 2009

    La gran tentación - El experimento (Génesis 2: 8-9)

    “Delicioso a la vista”, ¡Que tentación tan grande!
    Como si fuera un juguete, un experimento


    8.- Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
    9.- Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.


    La gran pregunta es: ¿Qué pretendía Dios cuando puso al hombre en Edén donde plantó el árbol del bien y del mal?, ¿no es Dios omnisciente, no sabía Dios la calidad de la arcilla con la que había creado al hombre?, si Dios es verdaderamente Dios, indefectiblemente tenía que saber todo lo que iba a pasar, tenía que saber que el hombre iba a comer del fruto prohibido, y si no hubiese comido tendría que saber que no iba a comer, cualquier cosa que hubiese pasado, sea que lo comiese o no, Dios en su inmensa omnisciencia lo hubiese sabido, en consecuencia Dios sabía que lo que pasó había de pasar, entonces…¿por qué el castigo?.
    Es en este momento donde aparece alguien haciendo mención al “libre albedrío”, condición por la cual el hombre tiene potestad para decidir, pero la potestad para decidir correctamente debe tener como base la experiencia, y la experiencia se adquiere gracias a la práctica y a la observación, ¿qué práctica tenía este primer hombre?, ¿cuanto podía haber observado?, este hombre era un recién nacido, era un bebé al que se le había puesto frente a la más grande tentación, pero aún cuando tuviese el deseo de obedecer el mandato divino , ¿no está acaso escrito?: ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? (Mateo 6:27).

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